Casi todas nos vemos con un aspecto mejor y más saludable en verano, ¿verdad?
Con los polvos de sol puedes lucir y prolongar ópticamente tu bronceado por más tiempo.
Lo primero es cuidar tu piel, mantenla limpia e hidratada. Para ello es recomendable exfoliar una vez a la semana para eliminar las células muertas que tanto apagan nuestro rostro después del verano.
Es importante escoger un color que no supere los dos tonos más oscuros al de tu piel, si no quedará muy artificial. Lo mejor es probarlo con el dorso de tu muñeca. Tienen que dejarte un color dorado y suave.
Se aplican en la zona de la frente, nariz, pómulo y barbilla. La dirección de la brocha debe de ser hacia abajo y hacia el exterior. Estos polvos simulan un bronceado natural de sol. Te aconsejo comprar unos polvos dúo que contengan un tono más claro para las zonas de nariz y pómulos y otro más oscuro para marcar la frente y la sien.
También puedes aplicarlo mediante la técnica del tres, incidiendo en aquellas zonas donde nos da el sol. Comienza en la frente haciendo un arco hacia abajo del pómulo y después otro arco hacia el maxilar.
Unifica el tono de tu piel aplicando los polvos bronceadores con una brocha grande para difuminar bien y así hacer desaparecer esos antiestéticos cortes de color y efecto careta.
Aplica un poco de colorete en tus mejillas una vez que termines de aplicar tus polvos de sol. Te recomiendo un iluminador en el lagrimal del ojo y la parte inferior de las cejas, tu mirada se agrandará y te aportará mucha luminosidad.
No olvides dar pequeños toques en cuello, hombros y escote para no crear mucho contraste y que el resultado sea como un auténtico bronceado. El secreto es difuminar muy bien.
Si durante el día tienes que retocarte para evitar los brillos, hazlo con polvos traslúcidos para no terminar muy recargada y artificial.
Artículo para VIVESOY DE PASCUAL.